NOTAS AL MARGEN...

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4 de agosto de 2010

NOTA BREVE 3 AGOSTO 2010

Sobre el fin de la educación

Parto de la siguiente observación: cuando no se prepara a los hombres para la libertad, se los esclaviza. Estamos habituados a concebir la educación (y no sólo la educación superior) en función de ciertas capacidades, habilidades, competencias o como quiera llamárselas, necesarias para el cumplimiento de determinadas funciones, esto es, de una profesión o de un oficio. Es decir, estamos acostumbrados a pensar que los criterios conforme a los cuales decidir no sólo qué contenidos es necesario impartir a los estudiantes, sino también cómo hacerlo, son criterios que dependen del trabajo que habrán de realizar esos estudiantes cuando ya no lo sean. Y ello es correcto, pero sólo hasta cierto punto, porque cuando esos criterios se vuelven los únicos, la educación pierde el rumbo. Y es que pareciera que el único fin de la educación es el adiestramiento, o la capacitación, o el entrenamiento de los jóvenes para que ejerzan de la mejor manera posible una profesión o un oficio, como si un ser humano no fuera más que su trabajo. Por un lado, en efecto, es necesario prestar atención a la realidad en que se vive, y preparar a los jóvenes para vivir en ella. Se trata de una realidad en la que tendrán que trabajar. Esta es la parte adaptativa, diría yo, de la educación, en el sentido de que permite a los sujetos adaptarse a la realidad en la que se verán inmersos. Pero es evidente que la vida de los seres humanos, y que el paso de la humanidad por la tierra, no sólo no se agota, sino que se caracteriza principalmente no por adaptarse a la realidad, sino por transformarla. Si no fuera por esto no habría ni cultura ni civilización, y seguiríamos trepados en los árboles. Pues bien, cuando se concibe el fin de la educación en función de las profesiones o de los oficios o, en resumen, de la realidad se pasa por alto ese aspecto (el más importante), de lo humano, y se reduce al hombre a un aspecto secundario de su ser: se lo reduce a ser un mono trabajador, es decir, se lo reduce a la esclavitud.

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