NOTAS AL MARGEN...

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12 de enero de 2010

The Road y el suicidio razonable


No pude esperar. Tenía que ver The Road. Y la vi. Y me conmoví, mucho. La esperaba, como no esperaba una película hace tiempo. Me gusta emocionarme, digamos por una película. Me gusta conservar esa capacidad, de emocionarme, de asombrarme, de esperar algo con gusto. Veo con lástima que la gente pierda esa capacidad. Me da muchísima más lástima que sientan que lo han visto todo, que se sientan por encima de todo hecho y acontecimiento. Que sientan, sí, que nada está a su altura.

Pero no es de eso de lo que iba a hablar. Iba a hablar de The Road, y de cómo me sentí conmovido. Cómo cambié algunos de mis puntos de vista (otra cosa que amo, pues quizá nada es tan humano como sentirnos capaces de que la vida nos siga enseñando, es sentir que conservamos intacta nuestra capacidad y nuestro deseo de aprendizaje).

La película es extraordinaria. No hablaré de si la película le hace o no justicia a la novela de McCarthy, pues me aburren mucho ese tipo de comparaciones. Simplemente, ya lo he dicho, la novela es asombrosa, y la película, extraordinaria. Tiene aciertos técnicos de toda índole: el score está hecho a la medida, la dirección de arte es de una imaginación y perfeccionismo notables, el recurso de la voz en off al principio de la película y la actuación de Viggo Mortensen son remarcables.

Pero, sobre todo, quería hablarles de algo que me hizo pensar la película. Y es que el tema del suicidio es tratado de una manera profundamente humana. La gran mayoría de los filósofos a lo largo del tiempo (con sus notables excepciones, como el estoicismo) han censurado la posibilidad del suicidio. El mismo Wittgenstein dijo que si el suicidio estuviese permitido, todo lo estaría. Y es que The Road es la confirmación de tal sentencia (quizá no con las mismas intenciones): en un mundo donde no hay ningún tipo de horizonte, donde la única planeación posible es por la supervivencia, y donde absolutamente todo, por ende, está permitido, el suicidio se vuelve quizá el único horizonte vital razonable. O quizá no; no, al menos, hasta que muera el último reducto de sentido, y la última de nuestras ínfimas esperanzas. La película es conmovedora por su radical dureza.

Acabo con una pequeña insinuación. En algún momento al inicio de la película (muy bien tomado de la novela), Mortensen dice: "El niño es mi garantía. Si el niño no es la palabra de Dios, es que Dios nunca ha hablado". ¿Es que acaso la esperanza (digamos la esperanza en que algo tenga sentido) es un recurso censurable? ¿Qué nos queda cuando no queda ya absolutamente nada?

En resumen: The Road supera abismalmente a una película parecida que fue elogiada por la crítica: Children of Men de Alfonso Cuarón (muy buena técnicamente, sobre todo la fotografía de Emmanuel Lubezki, pero torpe en la trama). No sólo eso. The Road es quizá la mejor película del año pasado (pues recuerden que se estrenó el año pasado en Estados Unidos), y, por qué no, una de las mejores de la década que ya termina.

La pueden ver aquí en línea, si es que acaso no desean esperar... Ahora bien, de seguro, de cualquier forma, todos iremos a verla al cine el día de su estreno.

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